domingo, 27 de junio de 2010

Cardenal Kasper, o el enemigo dentro

Le profeso antipatía a Walter Kasper desde que me tuve que leer y presentar un comentario de su "obra" Jesús el Cristo. Eran aquellos años en que hacían furor en los seminarios y facultades teológicas los autores de la "nueva cristología". Se trataba de una versión años 70-80 de las tesis modernistas con un disfraz de barniz biblicista-neotestamentario, para disimular. De ese género, en España el best-seller fue La Humanidad Nueva-Ensayo para una nueva cristología, de J.I. González Faus. Los que pretendían escapar del neo-arrianismo de Glez-Faus escogían a Kasper, más "moderado". En tiempos de agitación como aquellos (y como estos), al final los "hombres prudentes" terminan escogiendo las medianías como solución ponderada. Y los "varones timoratos" promocionaron a Kasper, el "medio" entre heterodoxias extremas como H. Kung, E. Schillebeecx y demás criminales del dogma. Kasper era el medio moderado. Se repetía la historia de los que pensaban que el semi-arrianismo o el semi-pelagianismo eran la solución para la herejía total, como si la mitad de lo malo significara bueno. Por eso me he alegrado de que se haya despedido.

Aunque me parece tarde, incluso me parece excesivo, porque nunca debiera haber sido nombrado ni obispo ni cardenal. Pero Kasper es una perla más del rosario de desconcertantes nombramientos hechos por Juan Pablo II, un disparate que no puede decirse "inculpable" porque fue doble: Primero obispo (1.989) y luego cardenal (2001), con la addenda de presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos (1.999); (su presencia como miembro de la prescindible y equívoca Comisión Teológica Internacional sí es explicable/razonable, dada la entidad mínimamente católica de la misma, tal para cual).

Haciendo alarde de lo que es y de lo que piensa, la despedida ha sido de antología, para no olvidarla y registrar en carpeta a parte. El boletín de Zenit trae una breve reseña, con un par de afirmaciones descomponentes, dignas para examen en un tribunal de fe. Por ejemplo cuando dice:
"El ecumenismo no es para la Iglesia algo opcional, un lujo, sino un elemento constitutivo, uno de sus objetivos principales, y lo mismo se puede decir sobre las relaciones con el judaísmo"
¿Un "elemento constitutivo", como una nota eclesiológica? ¿La Iglesia es Una, Santa Católica, Apostólica y "ecuménica"? ¿Eso quiere decir Kasper? Inquietante. Porque en el fondo subyace la tesis implícita/tácita de los conciliaristas vaticanosegundistas de que hasta el Vaticano II no hay Iglesia, y sólo hay Iglesia desde y según el Vaticano II, tremenda tesis. ¿Sin "ecumenismo" no hay Iglesia? ¿Y qué es lo que hubo hasta el Vaticano II?

Si nos preguntamos qué entiende Kasper por "ecumenismo", la respuesta parece estar dentro de esa misma frase: Al final cita "lo mismo", estableciendo cierta conexión en paralelo respecto al Judaísmo. Se desprende que quiere decir que la Iglesia se define constitutivamente según sus "objetivos ecuménicos" respecto a las iglesias cismaticas, las confesiones no católicas, y el judaísmo. ¿Cómo? Sospecho que perdiendo esencia de catolicidad para "rebajar" distancias (esto con respecto a cismáticos y no-católicos protestantes).

Respecto al Judaísmo no sé qué decir porque, en principio, la "unidad" supondría la absoluta negación o bien del Judaísmo, por conversión de los judios a la verdadera fe, o bien del Cristianismo por negación de los dogmas cristianos, con la vuelta/regresión a una confesión pre-neotestamentaria.

Como estructurador elemental-fundamental de todo esto, Kasper establece el "mágico" concepto de "diálogo":
"El diálogo es vida. El diálogo es parte integrante de la vida de la Iglesia"
Como una especie de mantra obsesivo y alucinógeno, Kasper repite la consigna "el diálogo es vida". ¿Una verdad "dialogada" por encima de la Verdad Revelada? Esta es una de las cuestiones que se me plantean cada vez que me insisten sobre el valor del diálogo. Muy preocupante cuando se trata de diálogo intra-cristianao, por lo que puede suponer de des-identificación del Catolicismo; verdaderamente inquietante si se trata de diálogo inter-religioso, porque entonces lo que estaría (¡está!) en juego es la propia identidad cristiana.

En el boletín de la agencia Zenit no se recoge otra afirmación, no ya tan abusiva como estas que he comentado, sino, en este caso rayando la heterodoxia bruta; (recojo la cita del semanario Toscana Oggi, más completo que Zenith). Dice el texto:
“Errori o meglio imprudenze nel modo di formulare la verità – ha ammesso il card. Kasper -, sono stati commessi tra noi e anche da parte nostra”.
Es decir: "Se han cometido errores, o quizá imprudencias en el modo de formular la verdad, entre nosostros mismos y por nuestra parte".


(del artículo de Toscana Oggi se puede leer una traducción española aquí)

Se refiere Kasper concretamente al balance de las relaciones/logros ecuménicos con los no-católicos, las confesiones reformadas-protestantes. Obviamente, se comprende que en Zenit no hayan recogido/publicado esta enormidad. Porque se trata, ni más ni menos, que de una descalificación del Magisterio de la Iglesia pronunciada por todo un señor Cardenal de la Santa Romana Iglesia.

Ignoro - aunque sospecho - el alcance de su opinión, pero - opino yo - se le debería citar a que compareciera ante quien corresponda y que diera debida cuenta y explicación de lo que ha dicho. ¿A qué se refiere? ¿A algún documento en particular? ¿A algún magisterio pontificio concreto? ¿A alguna doctrina o censura conciliar determinada? ¿A qué se refiere Kasper cuando afirma que han habido "errores" e "imprudencias" en el "modo de formular la verdad", "cometidos por nuestra parte"?


Cuando la publicación en el año 2000 de la Dominus Iesus, Kasper fue de los que se permitió alguna crítica, significativamente reticente. Siendo el Cardenal Ratzinger responsable entonces de la publicación de tan importante documento, y siendo actualmente Papa Benedicto XVI, las palabras de Kasper resultan doblemente críticas, ahora con una grado más grave de desapego disconforme. Una disidencia patente.

Pues este es Kasper, tan elocuentemente inquietante, tan suficientemente des-católico, tan híper-ecumenista, pan-cristiano y omni-religioso. Una muestra de los siniestros personajes que tenemos acomodados (iba a escribir "infiltrados") en el seno del mismísimo Colegio Cardenalicio. Con derecho, todavía, a ser elector en un eventual Cónclave, puesto que aun no ha cumplido los 80.

Repito otra vez el calificativo de inquietante porque tal es el desagradable regusto que me dejan las palabras de despedida de Kasper:


"...dejo un trabajo que he hecho con entusiasmo, que siempre he considerado como una cantera de la Iglesia del futuro."

Según parece, ha dejado el nido con crías (?).

Si son ciertas las impresiones, re-actualizaría la tesis de Ralph M. Wiltgen, que encabezó su interesante libro con el título de El Rhin desemboca en el Tiber.

Sea como sea, la despedida de Kasper suena como un trueno sordo.


Oremus!


+T.